martes, febrero 13, 2007

El negocio de la Política

Intuímos, como sociedad, que la perversidad en lo político, está instalada. Y que tenemos que aceptarla, porque como dijo el gran estadista del siglo pasado, la única verdad es la realidad.
Pero no. Estamos errados. Y para muestra, tomemos la siguiente historia, ocurrente por cierto, y que se desarrolla en Kosovo, en un recóndito lugar perdido en el sub-desarrollo de la Europa del Este, y que tantos euros le cuesta al Oeste sostener.
Allí, luego de la caída del régimen socialista, se abre el pueblo a la vida democrática.
El Alcalde se postula para ser Alcalde, y gana una y otra elección, hasta que, como ocurre siempre con esta teoría de la alternancia, pierde.
Sus amigos del poder central lo protegen, o lo premian, o lo que sea, con un cargo en la Fábrica de Dinero.
Producto de estos cargos públicos por él ocupados, el Alcalde amasa apreciable fortuna, y observa con buenos ojos la alernativa de invertir en salud, que algo sabe del tema.
Por su parte, y merced a sus inobjetables habilidades negociadoras, su claridad ideológica y conceptual, desde el arco opositor se aprecia la figura del conductor del Centro Único de Asistencia Sanitaria para Ancianos (CUASPA), que si largo es el nombre, más grande es el presupuesto que maneja, y que se presta, porque es en tierras tan lejanas, a que se produzcan pequeñas y no tanto, malversaciones de fondos, que jamás serán repudiadas por nadie.
Ël también ve con buenos ojos el sistema de salud, y decide apostar unas monedas.
La resultante es que éstos kosovitas, con fondos del erario público, se adueñan del “gerenciamiento” de la salud, y todos los médicos de la ciudad pasan a ser empleados de uno u otro, y se generan conflictos por doquier, porque el oligopolio está instalado.
Sigue habiendo, pese a todo, en Kosovo médicos dignos que atienden en su consultorio, a la usanza de antes, y otros que se espantan del sistema y tratan de armar su alternativa, y no deben recurrir a la contribución dineraria para desarrollar su profesión bajo el ala protectora de un cartel (cartel como letrero, no en el concepto que emplea la DEA)
Pero la población no reacciona, porque compra la imagen de esos carteles, sin importarle mucho qué es lo que hay detrás, lo que habilita al Alcalde y al Funcionario a retomar la función pública sin rubores ni cuestionamientos.
Esa es la historia. Al leerla, vemos que nos estamos tan mal viviendo nuestro presente.
El destino nos libre de vivir una situación como la de aquellas tierras de ultramar, donde la política supo ser bastardeada con semejantes situaciones de bajezas e inescrupulosidades de la peor calaña. Sigamos, entonces, gozando de nuestra realidad, que al menos si complicada, nunca tan deprimente e inmovilizante.
Porque como expresaba el paradigmático cantautor rosarino: Eso acá no pasa…

Manuel Herbas
http://manuelherbas.blogspot.com

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