Mientras se debate, o debería estar debatiéndose la conformación de los equipos de trabajo que cada fuerza política arma en las distintas disciplinas que se necesitan para encarar con conciencia la tarea de la gestión municipal, con las grandes líneas de orientación de acuerdo a la posición ideológica de los contendientes, pero teniendo siempre como referencia el marco de la sociedad y su bienestar como fin último –de otro modo, con malicia por supuesto, se podría inducir que se plantea en beneficio propio, válgame Dios-, con la tenaz y noble intención de llevar adelante sus posiciones en caso de una eventual victoria, sabiendo que, luego, en el caso de que ésta no se presente como tal, sino en forma de una dolida derrota, igual deberán aportar lo suyo habida cuenta de la necesidad de la sociedad misma de contar con una oposición constructiva, para poder llevar adelante esta maravillosa nave que es la comunidad que alberga a sus habitantes de variadas características.
Pero mientras esto ocurre, dejemos a estos seres trabajando concienzudamente y ubiquémonos en otro contexto. Dejemos la diaria tarea a quienes están capacitados y tienen vocación para ello, y partamos en un ideal viaje en el tiempo, con destino al pasado: Estamos en el año 1994. Se ha realizado un pacto entre el mandatario en ejercicio y su predecesor, con el fin de resolver algunas cuestiones muy profundas, y otras de menor entidad, como sería el caso de autorizar la re-elección para la Presidencia.
En ese estado, acuerdan ambos no modificar la primera treintena de artículos, pesos más, pesos menos, que, veámoslo así, es la estructura doctrinaria de nuestra Constitución.
Pues bien, dotan entonces al cuerpo normativo fundamental de la Nación de algunos artículos más, algunos de los cuales se agregan para puentear esta necesidad de no modificar en sustancia la primera parte. Entre ellos el artículo 5, que habla de las municipalidades, agregando para ello el artículo 123, que dota a éstas células del sistema democrático federal de una calidad extraña a la que poseían a la fecha de la sanción de la reforma, esto es, de autonomía. ¿Y qué es esto de la autonomía? Vamos, que no será difícil de entender. Es la facultad que tiene un sujeto de derecho de dictar sus propias normas. La Nación tiene su norma fundamental, la que le dio origen. Previa a ella, existían las provincias, que cedieron parte de su statu quo en función de la formación del nuevo Estado que las incluía. Y no sé en qué lugar estaban las municipalidades, pero sí sé que hoy tienen el mandato constitucional de ser autónomas. Y eso es una cuestión de peso. Creo que es un tema sobre el que se debe hacer eje desde cualquier posición política en que nos encontremos. Pero, y los peros no faltan jamás, aquí surge un pequeño problemita, pues papá provincia no le va a facilitar el trámite a sus componentes, y es que junto con la autonomía municipal cede la posibilidad de crear tributos en cada municipio que la compone. O sea, en buen romance, la ejecución y puesta en práctica de esta semi-panacea del federalismo va a debilitar la capacidad recaudatoria de las provincias. Y eso, como solía decir aquel legendario filósofo rosarino en situaciones controvertidas, es una cuestión de pesos.
Manuel Herbashttp://manuelherbas.blogspot.com/
Este weblog es un recurso para la difusión y discusión de mi pensamiento político en la ciudad de Venado Tuerto.
jueves, enero 18, 2007
martes, enero 09, 2007
Argentinos, a votar...- Publicado en Diario EL INFORME 11/01/07
Es evidente. No estamos hablando de una columna deportiva.
Bienvenido, año electoral. Los ricos aprovecharán para hacer sus lobbies y ganar mejores posiciones relativas. Los pobres para arrimar alguna chapa prebendaria o un bolsón compravoluntades, que los va a haber, por suerte para ellos, y por desgracia para este imperfecto sistema que es el democrático. Y dentro de los imperfectos, el mejor de todos.
La clase media, ex dueña de la definición en esta puja, se volverá a quejar de que le venden cualquier verdura. El problema no es ése. Es que la compra.
La oferta será variada, sin duda. Habremos de escuchar las propuestas del progresismo de derecha y de izquierda, intentando los dos ser de centro; la izquierda ortodoxa, tan típica como minúscula, y porque no la derecha ortodoxa, tan típica como minúscula como poderosa, ya que convengamos, solo con ilustrarnos a medias, sabemos que son los dueños del país, no en sentido literario, sino revisando los Registros Inmobiliarios del mismo.
Las condiciones son inmejorables. Para intentar un viaje por Europa. Pero no nos favorece el cambio, así que a prepararse, que el año electoral llegó para quedarse. La línea bajada desde el gobierno es no hacer bulla. Que hablen los resultados.
Obvio, la situación, salvo contados y definidos episodios, es propensa para ese planteo del oficialismo. Hoy, la brasa no está en la mano, y hay espacio para hacer jueguito y lucirse un poco. No es deportiva.
De todos modos hay mucho en juego, así que no esperaremos una definición de resultados sin estridencias.
Nuestra provincia vivirá horas azarosas e inimaginables, porque el candidato que resulte bendecido con el favor popular...Será Gobernador, situación otrora impensable e insospechada, donde el más votado debía ser mero espectador de su derrota merced a la inescrupulosa Ley de Lemas que supimos conseguir.
Así y todo, el hombre nuevo, habitante de la Casa Gris, tendrá que cambiar un par de cositas más, para que la provincia sea si no invencible, al menos inventable.
Un sistema de Autonomía Municipal aún por establecerse, donde la base de la democracia puede realmente recrearse, está pendiente.
Un sistema del proceso penal, arcaico e inquisidor, aún por revisarse, más allá del reto de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el caso del ex juez de Rufino.
Una división por el plexo solar de la provincia, que pretende una integración regional pero que aún no resuelve su norte pobre y sur rico.
Variada la agenda, como dicen los analistas.
Y son sólo puntas, nada de profundizar todavía...
La clave sería, en todo caso, intentar no dejarse llevar por el inmediatismo, tan habitual a nuestra idiosincrasia latina, sino en separar la paja del trigo, con meditación y conciencia a la hora de elegir a las personas que habrán de llevar adelante las políticas que nos identifican. Las personas que habrán de legislar con el poder que nosotros, ciudadanos, les concedemos. Vamos, es romántico. Pero me deben conceder que, visto así, también es práctico.
Vamos a delegar en otros, funciones para las que no tenemos tiempo, ganas, interés o la motivación que fuere. Al menos tomemos el año para analizar un poco lo que nos venden.
Sí. Es mucho pedir. Hay otras urgencias. Otras necesidades. Pero no hay alternativas.
Las amas de casa manejan el concepto con maestría académica: Si no revisan un poco, manosean, y sopesan, les venden cualquier verdura. Y la compran. Y después, como decía aquel sabio rosarino agnóstico en tiempos inmemoriales: A llorar a la iglesia.
Manuel Herbas
http://manuelherbas.blogspot.com/
Bienvenido, año electoral. Los ricos aprovecharán para hacer sus lobbies y ganar mejores posiciones relativas. Los pobres para arrimar alguna chapa prebendaria o un bolsón compravoluntades, que los va a haber, por suerte para ellos, y por desgracia para este imperfecto sistema que es el democrático. Y dentro de los imperfectos, el mejor de todos.
La clase media, ex dueña de la definición en esta puja, se volverá a quejar de que le venden cualquier verdura. El problema no es ése. Es que la compra.
La oferta será variada, sin duda. Habremos de escuchar las propuestas del progresismo de derecha y de izquierda, intentando los dos ser de centro; la izquierda ortodoxa, tan típica como minúscula, y porque no la derecha ortodoxa, tan típica como minúscula como poderosa, ya que convengamos, solo con ilustrarnos a medias, sabemos que son los dueños del país, no en sentido literario, sino revisando los Registros Inmobiliarios del mismo.
Las condiciones son inmejorables. Para intentar un viaje por Europa. Pero no nos favorece el cambio, así que a prepararse, que el año electoral llegó para quedarse. La línea bajada desde el gobierno es no hacer bulla. Que hablen los resultados.
Obvio, la situación, salvo contados y definidos episodios, es propensa para ese planteo del oficialismo. Hoy, la brasa no está en la mano, y hay espacio para hacer jueguito y lucirse un poco. No es deportiva.
De todos modos hay mucho en juego, así que no esperaremos una definición de resultados sin estridencias.
Nuestra provincia vivirá horas azarosas e inimaginables, porque el candidato que resulte bendecido con el favor popular...Será Gobernador, situación otrora impensable e insospechada, donde el más votado debía ser mero espectador de su derrota merced a la inescrupulosa Ley de Lemas que supimos conseguir.
Así y todo, el hombre nuevo, habitante de la Casa Gris, tendrá que cambiar un par de cositas más, para que la provincia sea si no invencible, al menos inventable.
Un sistema de Autonomía Municipal aún por establecerse, donde la base de la democracia puede realmente recrearse, está pendiente.
Un sistema del proceso penal, arcaico e inquisidor, aún por revisarse, más allá del reto de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el caso del ex juez de Rufino.
Una división por el plexo solar de la provincia, que pretende una integración regional pero que aún no resuelve su norte pobre y sur rico.
Variada la agenda, como dicen los analistas.
Y son sólo puntas, nada de profundizar todavía...
La clave sería, en todo caso, intentar no dejarse llevar por el inmediatismo, tan habitual a nuestra idiosincrasia latina, sino en separar la paja del trigo, con meditación y conciencia a la hora de elegir a las personas que habrán de llevar adelante las políticas que nos identifican. Las personas que habrán de legislar con el poder que nosotros, ciudadanos, les concedemos. Vamos, es romántico. Pero me deben conceder que, visto así, también es práctico.
Vamos a delegar en otros, funciones para las que no tenemos tiempo, ganas, interés o la motivación que fuere. Al menos tomemos el año para analizar un poco lo que nos venden.
Sí. Es mucho pedir. Hay otras urgencias. Otras necesidades. Pero no hay alternativas.
Las amas de casa manejan el concepto con maestría académica: Si no revisan un poco, manosean, y sopesan, les venden cualquier verdura. Y la compran. Y después, como decía aquel sabio rosarino agnóstico en tiempos inmemoriales: A llorar a la iglesia.
Manuel Herbas
http://manuelherbas.blogspot.com/
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