La intelectualidad kirchnerista no está siendo analizada con demasiada profundidad, y pasa de largo por sobre una sociedad que permanece atónita a las demostraciones de apoyo de los piqueteros culturales del presente.
Enarbolados en las banderas del progresismo, desde Barone, si, Barone, el mismo que hace años leía en La Nación, hasta los más ignostos referentes, vuelcan día a día sus pareceres y sus sentires, sorprendiéndome sobre las posiciones que adoptan.
Intentando analizar el fenómeno, creo poder desgranar algunas conclusiones:
- El kirchnerismo, con la clase media (incomprensiblemente de espaldas, ya que nunca en años estuvo mejor económicamente), y con una cantidad de pobres aún lejana a la necesaria para ganar elecciones, apuesta a darle contenido a su forma de gobernar, e invierte (mucho, mucho dinero) en un grupo de popes del pensamiento, que, en efecto cascada entre sus discípulos, admiradores y seguidores, va aumentando en cantidad y contaminando el pensamiento de referentes cada vez menores en calidad pero mayores en número, y así, desde Carta Abierta hacia abajo, se multiplican los sorpresivamente nuevos militantes de la democracia y el progreso, que intentan mediante fundamentos vacíos de orden filosófico y sociológico, explicar algunas acciones del Ejecutivo, dejando como al pasar algunos temas que esta bizarra intelectualidad considera de orden menor, como la corrupción, los mails que incriminan a Jaime, la inflación descubierta y encubierta, los lazos con gobiernos populistas decadentes de latinoamérica, los altos costos del dinero en el mundo para Argentina, los permanentes peligros de embargo por la forma de manejar las deudas estatales, la escasa inserción mundial y la falta de credibilidad de nuestro sustento normativo y jurídico para los inversores globales.
La muerte del líder ha generado un vacío, y ahora aparecen los buitres pidiendo su lugar en la foto, y así, presionan desde el único sindicalismo de derecha del mundo, tanto como desde el intitulado peronismo federal, ahora semi desarticulado por la deserción del santafesino que supimos conseguir, y por los caciques del conurbano bonaerense, que como toda su vida, darán su apoyo al que libre el cheque más grande, sin mirar demasiado quien lo firma.
La intelectualidad a esas nimiedades no les presta atención.
Hay temas más paquetes (llama la atención la similitud con piquetes) y menos escandalosos que imponer en la agenda.
Y la producción de ideas tiene promesas de cifras con varios ceros. Pero para unos pocos.
El resto, tontamente, repite y repite…